El movimiento Slow reivindica cambiar hábitos que no son buenos para las personas desde el punto de vista de la salud, tanto la física como la mental, nos trae la vuelta a la calma, a vivir el momento, a disfrutar del ahora, a lo natural, a cuidarnos. Nos hace repensar nuestros valores y darnos cuenta de lo realmente importante. Por eso, debe estar en todos los ámbitos, por eso también es -y debe serlo- posible en Marketing y en Publicidad.
¿Qué es el Movimiento «Slow»?
El movimiento Slow surge en Italia, gracias al periodista Carlo Petrini y a su protesta por la instalación de un restaurante de comida rápida en la histórica Plaza de España en Roma. Desde aquí se crea una filosofía que comienza asociada a la comida: el concepto “slow food” (comida lenta), la vuelta a lo sano y lo tradicional en contraste con el “fast food” (comida rápida, también denominada popularmente –por algo será-: comida basura) y las malas praxis relacionadas con nuestra forma de alimentación.
A partir de esta reflexión culinaria, que sacudió las conciencias y cuestionó los hábitos de muchos ciudadanos, este concepto fue ampliándose hacia otros campos. Conquistó ámbitos muy diversos, que van desde la moda hasta la construcción. Creando un nuevo concepto en la forma de vivir nuestra vida que nos hace replantearnos muchas de nuestras rutinas, esas que nos hacen llevar nuestro día a día de forma acelerada, atropelladamente, sin poder disfrutarlo. Que nos obligan a ir a la carrera y no nos permiten disfrutar del camino.
Nosotros reflexionamos al respecto y nació una semilla en la que nos planteamos que al marketing le estaba pasando lo mismo: se estaba convirtiendo en rápido y basura, se estaba “exprimiendo” a muchos profesionales, abaratando precios y exigiendo cantidad y no calidad. Todos estamos implicados en ese proceso y todos contribuíamos a hacer girar la rueda de la ratonera.
El respeto a todos, también desde la publicidad y el marketing
Desde este punto, nos planteamos que debíamos posicionarnos y pedir que la rueda parara, que se debía dejar de realizar “marketing basura”, que debíamos volver a la esencia, a la creatividad, a cuidar la manera de hacer las cosas, sólo así se puede ofrecer una publicidad y un marketing con calidad, para la mejora del mundo, por el equilibrio de todos.
Por eso, reivindicamos pasar del “fast marketing” al “slow marketing”. Queremos volver a disfrutar de la profesión, de la creatividad, del buen hacer y buscamos respeto a todos los eslabones de la cadena: a la propia profesión, al anunciante, a la sociedad en general y –principalmente- a nosotros mismos como profesionales.
¿Y si hacemos las cosas de forma diferente?
Creemos en un marketing y en una publicidad que comuniquen de forma responsable en los que se transmita al anunciante la realidad de lo que se puede conseguir, en los que se hable de valores, de emociones, de creatividad, en los que las personas sean el centro y no el vender a toda costa.
Slow Marketing es autenticidad frente a lo estándar del Fast Marketing. Mostrar los valores de cada empresa, el corazón, el alma que debe transmitir al comprador para distinguirse de la competencia.
Slow Marketing busca diferencia frente a la copia del Fast Marketing. No queremos publicar lo mismo que otros, no buscamos «curar contenido», no perseguimos ser igual que los demás, queremos que cada empresa anunciante sea única.
Slow Marketing quiere transparencia frente a la opacidad del Fast Marketing. El anunciante debe conocer todos los datos de la estrategia de marketing y al público objetivo se le ha de mostrar el valor real del producto o servicio de ese anunciante.
Slow Marketing reivindica dignidad profesional frente al estrés al que se somete al trabajador en el Fast Marketing. Todas las profesiones deben realizarse de forma en la que, primero, se cuide a las personas; más aún el marketing y la publicidad, que requieren de mentes creativas.